"There's something about you. Tears me inside out whenever you're around. There's something about you, speeding through my veins until we hit the ground, and there's something about this rush... Take it away! It made me feel so good! I get a feeling, you get a feeling, we got a feeling; like we could dieeee! Mooother!! We just can't get enough! We just can't get enough!"
22 noviembre 2011
De Amor y Libertad.
Mamá solía llevarme con ella, lo mismo al mercado, con la familia o a trabajar. Ella, desde siempre, ha sido mi persona más cercana. Mi necesidad, mi ser.
No la culpo por sobreprotegerme, ella tenía mucho miedo. Yo era pequeño, enfermizo, no tenía hermanos y la mujer que debía ver por mí me había abandonado, mientras mi padre aún era tan joven... tan tan joven.
Creo que Dios toma las decisiones correctamente (es más, no importa ni lo que yo crea). Ella me necesitaba y yo la necesitaba a ella, así que, juntos, empezamos a vivir la vida desde que yo tenía un año y medio y, de ese modo, la vida empezó a transformarnos por dentro.
Mi vida, en sí misma, siempre me ha parecido un milagro. Si bien, ha sido tan duro salir adelante, nunca he dudado de la presencia de Dios en mi vida. Cuando niño, fue mamá quien me forjaría el nombre que porto, quién me diría siempre "Tú vas a ser grande en la vida, porque tienes estrella". Sé que no se equivoco, sé que el Amor No Se Equivoca.
Yo era sensible, vulnerable. Lo he sido siempre. No lo digo cómo excusa, lo expreso, ya que ahora (a diferencia de tantos años dónde me quejé) puedo decirlo con todas sus letras: Yo tenía mucha necesidad; de un abrazo, de un hermano, de un amigo, del amor. Me tomó estos 30 años comprender que todo eso llegaría, que todo eso es una lucha, es un esfuerzo... y más aún, me tomó todo este tiempo comprender algo que, en esencia es simple, pero en la práctica es un reto: a valorar.
Yo pasé muchos años siendo esclavo y queriendo esclavizar el amor de otros, considerando mis necesidades cómo únicas. Me juzgaba sabio, justo, con todo el amor del mundo para dar. Eso me impedía ver mis defectos con objetividad, me hacía autoritario, cerrado... era una ironía con respecto a mis ideas sin embargo, era el contraste de mi carácter y tuve que aprender a entenderlo con los errores y al tiempo. Pensaba que sólo yo sufría, sólo yo entendía, sólo yo podría cambiarlo todo... y esa arrogancia y ese egoísmo me fundamentaban aquella falsa seguridad, la que te hace sentirte superior a otras personas, más alto, más educado, más capaz, más todo. La vida bien se encargó de enseñarme la lección (y a Dios, gracias... por ello).
Sin embargo, no lo reprocho. El propósito de la vida es ese: vivir. Vivir es conocer, es intentar... cometer muchos errores, es aprender. Vivir no obedece fórmulas, pero si tiene métodos; una forma personal e intransferible de hacer que la vida de todos tenga un sentido, una razón, un porqué.
En magia, llamamos "Sueños" a esos métodos. Son conjuros, fuerzas cuyo poder es escuchado por Dios y por su universo y cuyo propósito es llevarse a cabo, es ocurrir y forjar la transformación en nuestro interior.
Fue así como ella me enseñó a soñar, me dejó creer y me hizo libre. Yo no lo sabía, no lo valoraba... muy probablemente por eso caí en la prisión, por no comprender el valor de mi propia libertad.
Es cómo aquella historia (seguramente la conoces): Un elefante es criado en un circo desde pequeño y cada día, después de que lo están amaestrando, atan una de sus patas a un tronco en el piso. Por más que él intenta liberarse, no lo consigue... y ese condicionamiento tiene tal efecto sobre él que, cuando crece, lo siguen atando al mismo tronco en el piso, y él jamás intenta zafarse. Ignora que, ahora que es grande, basta un tirón de su pata para que sea libre... pero ya no lo intenta, ya lo intento tantas veces que no vale la pena intentarlo una más.
En esta vida hay que vivir para aprender. No importa cuantas veces le digas a una persona "lee" -por ejemplo-, simple y sencillamente nunca lo hará si no encuentra la motivación y razón necesarias para hacerlo. Generalmente es el tiempo quien, cómo maestro experto que es, se encarga de ese trabajo... razón de que sea tan común escuchar a los adultos decir "si hubiera hecho caso... si hubiera esto... si hubiera lo otro". Nadie puede vivir por otro, por mucho que lo desee de ahí que sea la fe un acto de amor cuyo poder sea tan recurrido:
Obrar en que ocurra un suceso dentro del inmenso torrente de lo improbable.
Fue así cómo mamá me inculcó la fe y el amor a través de la acción. Yo me convertí en su principal preocupación y, ciertamente, la vulnerabilidad me perseguía; tenía razones para estar angustiada. Entonces, la única persona capaz de entrar en esa ecuación, era Dios. Así fue cómo mamá me presentó con él y, cuando lo hizo, ella me dijo "él fue un niño cómo tú y sabe perfectamente lo que sientes... siempre que necesites ayuda, acude con el niñito Jesús y cuéntale lo que te pasa".
Mamá me inculcó el amor por Dios y la confianza en sus emisarios: los ángeles. Ella fue quien me forjó la fuerza de mi corazón, la que me otorgó las armas para enfrentar al mundo, mirándolo desde mi corazón.
Ese encuentro con Jesús ocurrió muy cerca de casa, con el niño de la suerte. Yo era apenas un niño y mamá acudió a él para protegerme. Este mismo año (en Febrero, justo el día que regresé a mi viejo barrio, justo el día en que conocí a otra de esas personas especiales de mi mundo) regresé a verle... necesitaba tanto hablar con alguien y él, atentamente, me escuchó a solas con completa atención. Ante él, le agradecí por estos casi 30 años de vida, por su luz, sus travesuras y su inmenso cariño y, en lugar de pedir por mí, esta vez le pedí por ella...
Si...
por ella...
La mujer de mi vida, mi mundo y mi fuerza. La persona que lo ha sacrificado todo por mí y por los suyos... le pedí por mi madre.
Porque tuvieron que pasar 30 años para que yo valorase el regalo del amor y de la libertad y porque estoy absolutamente agradecido de la luz y la intervención de Dios en mi vida. Todos somos sensibles, todos somos vulnerables... no sólo yo, no sólo tú; pero también todos somos importantes, todos somos trascendentes. Todos somos una estrella, somos una luz y una razón. ¡Tenemos a cada momento la capacidad de cambiarlo todo!
De tal suerte que, para conocer el amor, hay que vivir... y vivir ¿recuerdas qué es? es todo aquello que te lleva a conocer, es ese intento que puede fracasar muchas veces pero que, con cada experiencia, te acerca al conocimiento, a la razón, al crecimiento. Ten fe, que nada es coincidencia, incluso en el inmenso cúmulo de rutas del azar. Ten fe en que Dios sabe que entenderás quien eres, jalarás la pata y dirás "Ahora me conozco más... puedo ser libre"
Gracias mamá, por enseñarme el significado del amor.
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