Me llevo bien con mi soledad...
He pasado tanto tiempo solo, que muy probablemente no tuve más remedio... hube de conocerme, de entenderme, desconocerme y no respetarme para descubrir quien era. Jugar todos los juegos posibles de la vida, apostando en mayor o en menor medida. Probar... En la vida Tienes Que Probar.
La gente va más de lo que viene. Se viene más de lo que se queda. Un instante, unos segundos... ¡Y todo se va! Nos hemos ido.
Así ha sido mi vida desde hace mucho tiempo. Pasé tanto de ese tiempo deseando retener recuerdos, paisajes, personas. Y entre mis manos se escurrió todo, incluidas mis lágrimas, de las cuales sólo yo conozco su sabor y su significado.
Hace mucho que dejé de desear la compañía de alguien, de buscar quien entienda, quien pudiera darme calor con su corazón. Hace mucho que enterré el recuerdo, de como se sentía el latido 3 minutos antes de la cita. Recordar los atardeceres y la penumbra de los placeres. Yo siempre soñé en encontrar a quien fuese quien me hiciera creer que esa magia puede durar para siempre...
Yo soñé. Yo creí...
Y hoy, gracias a un sueño... he vuelto a recordar... y a darme cuenta...
De que sigo soñando, sigo creyendo...
Con las heridas conformé una vida donde aprendí a disfrutar del presente. Aprendí a contar historias ante la fogata, donde mis cicatrices cuentan las mil y una noches que he vivido. Sin embargo, mi corazón se hizo de una coraza. Un coral cuya vida persiste por el anhelo que no muere. Un tesoro cuya esencia radica en verse a ojos cerrados. Sigo soñando, sigo creyendo, ¡porque si no lo hago moriré! Pero dejé de hacerlo de la manera en que hice siempre.
Y es entonces que se hizo claro, que mi camino es un camino solitario. Donde las compañías espirituales son escasas, pero poderosas. Tus guardianes siempre van contigo, pero tu andar no va ligado al de otros pasos. En esa soledad, entendí que para hacer mi sueño realidad... Debía seguir caminando.
En las noches con Luna es cuando más duelen las heridas, por ello es que en esas noches es cuando más sonrío. Recuerdo y me complazco de haber encontrado razones para creer, para vivir, para sentir. Porque eso es vida; esos instantes, todos, son vida, tu vida.
Así que, cuando me aparecen los sueños delante, los vivo. Pero tengo tanto miedo a morir de otra herida, que los vivo a distancia, temeroso. Porque siento que, como en el pasado, el sueño desaparecerá cuando yo lo toque. Que te iras cuanto te diga que te amo, que te necesito... Que no te vayas.
Entonces te amo en libertad. Te dejo volar libre y me complazco de ver tu naturaleza rapaz, de conocerte como eres. Me enamoro de la mirada y la sonrisa que esconde esa multitud de defectos y esa naturaleza voraz de alcanzar sueños que te alimenten, que den sentido a tu existencia. Frívolos o no, somos lo que somos. En el fondo de tus ojos puedo ver... Un corazón cálido y radiante.
Y entonces llegó un día como hoy, o mejor dicho, una noche como la de hoy. Donde dormí cansado de esperar y, entonces, te soñé profundamente.
Soñar contigo, tenerte solo para mí. Complacerme de tus ojos, tu sonrisa; desear tus labios, cuyas frases tiernas me hacen querer abrazarte en este instante y callarte a besos, comerte a besos.
Te debo mucho... Ciertamente (y sin que tú lo sepas).
Debo mucho a tu ternura, tu mirar. Debo mucho a tus atenciones, a tu corazón. En mis sueños te estoy viendo. ¡Dios! ¡O es el sueño más largo que he tenido o no he parado de soñar contigo!
¿Tanto me importas? ¿Tanto te debo?
...
¿Tanto te quiero?
(¡Wow!)
Y, ni en sueños he soltado la coraza...
(En el sueño) Te deseo, pero no te he dejado saberlo directamente. Como hago ahora, escribiendo entre metáforas, cifrando tu nombre. (En el sueño -y la realidad-) Sigo mirándote sin saber que decirte, porque me da miedo que te des cuenta de cuanto me importas.
Entonces decido irme, en el sueño, irme...
Tomo un transporte, y van mis amigos, mis cómplices, la gente que sabe quien eres y cuanto te idealizo. Entonces me dispongo a sentarme cuando me percato que has venido tras de mí y, quitándome del asiento, me pides que me vaya sentado sobre tus piernas.
C'mon! ¿Qué clase de quinceañera me siento? Hahaha ¡estoy feliz!
Y, sin soltar mi coraza (suéltala, Luis... ¡Suéltala!), me he sentado haciendo como que no pasa nada...
Todo es normal, no me siento nervioso, no es nada del otro mundo. ¡Como no! ¿Qué no ves que vas sentado en las piernas de quien te gusta? (¿Estoy soñando?)
Entonces ocurre el hecho que me deja clara la respuesta a esta pregunta...
Él rodea mi cuerpo con sus brazos y empieza a mordisquear mi oreja tiernamente. Yo me derrito entre sus brazos y me doy cuenta de cuanto hace que no siento algo así. Un sentimiento que te recorre el cuerpo cuando él pone tus manos sobre ti, que te derrota, que te confunde y no te deja pensar. Un sentimiento que ocurre cuando él esta cerca, más cerca... Tan cerca que te habite, que lata dentro de tu corazón. Un amor que te alimente, un romance que te inyecte vida.
El amor es el combustible más necesario para dar sentido a nuestra entera existencia.
Y no, no lo imagines perfecto. No lo es. Por eso me gusta, ¡eso lo hace perfecto!
¡Entonces despierto!
Y lo hago para darme cuenta de que sigo vivo por dentro.
De qué igual que tú, necesito amor y sigo luchando, creyendo, creando y sintiendo. Sigo debatiéndome, cayendo, sigo venciendo temores y viejos enemigos. Sigo contando historias, en mil noches del camino ante la hoguera, para aquellos que quieran oírlas, para aquellos que viven en mí.
Y me complazco de amarte, como yo sé amar. Libremente. Sin pedir permiso. Cazando, vulnerando sin tu consentimiento, para conocerte más.
No te confundas, no busco infringir heridas, ni provocar delitos ni ofensas. Busco esencias, sentido... Busco provocar en tu corazón un incendio que nadie sepa apagar, más que yo.
Para qué entonces vengas a mí, a consumirme hasta el hartazgo. Y así muerdas mi oreja, mis labios, mi cuerpo entero, a placer.
Así que me complazco de haberte soñado, me complazco de conocerte y de amarte como sólo yo sé hacerlo. Sin qué sepas, sin que notes... Agazapado, vigilante...
Y...
¿Qué caso tendría querer a alguien así?
La razón es mi mayor necesidad, es mi deseo. Yo necesito que te des cuenta, que me caches, que me sigas. Necesito que me persigas, que me caces, que seas un hombre inteligente para llegar a mí, no una provocación de mis deseos. Necesito un hombre real, no un niño, ni un ser incompleto. Necesito que me venzas, que me descubras y me derrotes.
Necesito que vengas esta noche, que entres sin permiso entre mis sábanas y en mi corazón. Que me robes el aliento con tus besos, que muerdas mi oreja (o me dejes a mi hacerlo). ¡Yo también te necesito!
¡Date cuenta! Estoy aquí, transpirando amor por ti...
Necesito que despiertes, te des cuenta y digas: Estoy delante del gentil amor.
Luis )|( Astro
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