31 marzo 2007

Contemplación del nuevo espacio.


He de caminar mirando todo, las hojas al mover, las bolsas de plastico volar. He de caminar, gozando el viento, mirando las piedritas, contemplando el pasto.


Sin proponérmelo, mis pies me conducen del camino que venía a mi mundo nuevo.


A veces pienso, sin atormentarme, en los trechos de hojas que pintaste con tus letras, en la hermosa poesía de tu cantar y tu mirar, entonces sonrío (sin atormentarme más).


Quiero ir a ese museo que comtempla el horizonte, quiero respirar y ver las nubes imaginandome acostado en ellas y quiero hacerlo sin la presión de un costal cargado: he sido liberado de toda pena.


De una llave abierta he extraído un gramo de esencia, la llevo en mi corazón, junto al tatuaje que lleva tu nombre.


Espacios nuevos para colocar un oso, una tarjeta, un tulipán o quizá mi celular, espacios nuevos se van abriendo y mi semblante esta cambiando.


Me gusta el ser que miro en los espejos...


He de caminar mirando todo: tu cambiar, tu oportunidad, todo lo vivido, todo lo aprendido. He de caminar mirando el cielo, mirando al suelo, mirando al frente.


Y sin ignorar lo que ha dolido y lo mucho que me importe he dejado el costal bien lejos, me estorba cuando quiero estar yo solo, no quiero sentirme cargando nada cuando me encuentro contento conmigo mismo.


Estoy escuchando las melodías que gritan a mi alma, que la levantan que la elevan por encima de las nubes, recordándome cual es el lugar que ocupo y cuanto deben estar mis piernas listas para andar.


Y en la noche, cantando a una Luna tierna, enciendo un fuego tranquilo, que tranquliza y no atormenta. Cuento estrellas, cuento historias, me cuento mi vida, lloro en silencio.


Espacios nuevos en el álbum fotográfico, en el escritorio, en el librero, en la mesa de centro; los espacios nuevos que la vida colma y llena.


Mi reflejo describe a un hombre que sonríe,

que ama,
que se equivoca,
que brilla...


Un gran hombre.


He de caminar, consciente de que no he encontrado menos que estrellas, con la plena seguridad de que mis pasos me conducen por paisajes que nunca son iguales, siempre crecen, siempre tendrán un algo nuevo, un algo que me saluda.


He de caminar, mirando la huella que deja mi pisar y mirando el reflejo de mi cara en los charquitos de agua...


Soy yo mismo.


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