18 mayo 2011

Vanilla


Cerré mis ojos, para ensoñar,
mientras una brisa tenue acarició mi piel.
Yo abrí mis brazos, me dejé tocar,
y, entre sueños, sonreí...

Y es que, si la noche viene a despertarte acariciando tu cabello,
¿cómo poder negarse?
¿cómo esconderle tu piel, si la toca suavemente?
En las noches, nadie puede huir de lo que siente.

Regalo de dioses: el amor es un aroma,
del placer de una orquídea, que prometió abrazarte siempre,
del sabor a sal de una lágrima de sangre, tornada en el más dulce anhelo,
No, no abras los ojos, ¿acaso los necesitas para sentir?

Cómo entra furtivo entre la noche y se cobija entre tu piel,
Y desprende esa suave esencia, que nos hace enloquecer...
Y que, si deja una gota de si en tu lengua,
Sabrás, al mismo tiempo, lo que es vivir y morir (Oh, renacer!).

Por ello, es el más buscado y condenado,
Por ser capaz de ir más allá de los límites del saber y el comprender,
Es un ladrón, que nadie puede atrapar...
Y que, si viene a visitarte: suelta tus brazos, déjalo libre... y lo podrás sentir.

Paseando sus dedos entre la piel de tu espalda,
El amor es un aroma, que besa el interior de tus labios,
Un veneno a la razón y al corazón...
El único que cura sus males, con delirante locura de pasión.

Es la razón, de que la eternidad sea libre de ser,
es una esencia, una gota de intenso aroma y sabor,
que condensa, todos los tiempos en un instante (Oh, Placer!)
esa caricia de ensueño, es el amor.

Así, cuando despiertes, si tu piel tiene ese aroma,
Que provoca recuerdos y que incita a la locura,
Sonríe y disfruta ese saborcito de tu boca,
Porque no, no te equivocas: El amor sabe a vainilla.

Astro.

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