Ciudad Esmeralda.

La ciudad se ve lejana,

ni siquiera la hemos visto,

nos han contado historias de ella,

y dicen que ahí vive un mago.

Esta noche estábamos varados,

y al mirar al cielo,

la Luna señalo un punto,

que me recordó que nunca estás lejos.

Yo voy buscando un cerebro,

digo, siempre he subestimado al mío (jejeje),

a veces me olvido de que cargo lo que necesito,

y de que eso es más que suficiente para hacerme feliz.

Sonreir por el puro placer de hacerlo,

verme luchando a contra corriente,

corriendo entre los que quieren llegar porque yo quiero ir,

buscando la ciudad, por un lugar para nosotros.

Sabemos ya que el sueño lo creamos nosotros,

que basta abrir poco a poco el corazón para recordar lo que siempre supimos,

y que caminar a la ciudad es el símbolo de una aventura,

de darle a todo el tiempo necesario para crecer y madurar.

Quizá a veces nos faltó valor y corrimos buscándolo,

y en otras no tuvimos suficiente corazón, se nos extravió,

tal vez en otras pensamos y pensamos sin creer que sabiamos realmente,

y muchas otras solo buscábamos volver a casa.

Pero dentro, un sueño guardado,

nos destinó a caminar por sendas y lugares aún estresados,

para entender y para valorar el trayecto que hemos hecho,

para mirarnos al espejo y saber quienes somos, con que y con quien contamos.

En mis sueños la ciudad brilla,

y quiero verla, pasearla, admirarle,

pero más que llegar, quiero disfrutar el viaje,

contarte historias y seguir durmiendo bajo la Luna Llena.

No hay lugar como el hogar,

aquel del que tú y yo nacimos,

cuyo nombre palpita y da vida,

parte es de una ciudad que esta noche: brilla.