"Al principio, no imaginé que el tiempo me haría diferente, aunque, siempre me soñé y me he sabido diferente... y aquí estoy... aún escribiendo de mí... escribiendo para mi mismo, viviendo mi vida"
Luis.
Ha pasado tiempo, no?
La vida registra cambios... ¿porqué? Porque todo cambia. Cuando comencé a escribir este blog, hace mil entradas, yo mismo ignoraba que, al leerme en otro punto del tiempo, encontraría piezas de mí mismo que responderían a preguntas de otro ayer o que, incluso, podría observar cuando y como cambie de idea y de rumbo.
Nada de esto habría ocurrido si no hubiese tenido el valor de llevar un registro. Al principio, mi tesoro fue describir los momentos lo más vívidos que fueran, dejando que mi inner explotase y dijera lo que le venía en gana. Así construí esa rara poesía cotidiana, con sus metáforas, colores, sus cifras y sonidos para conducir su efecto. Nunca ha habido miedo de mi parte por parecer raro en mis escritos, ya que precisamente es mi rara existencia la que ha alimentado mi vida de conocimientos que otros -aparentemente- no entienden, pero que están ahí, explicando cosas de la vida... intento hacer claro uno a uno mil granos de arena... quizá, de ese modo, es como unos a otros nos llevamos de una respuesta a otra, de un camino o una sensación, a otra ¿no es así?
Así he hecho este registro, es mi bitácora, mi cuento largo. Se trata de mi vida, tras mil momentos, es el recorrido que han hecho los pasos de mis años.
Confieso que muchas veces ahora me desconozco en mis letras del pasado... todo cambia, tooodo cambia... finalmente lo he aprendido. Empecé por llevar un Diario que termino por mostrar el punto blando de mi psique, pero yo ignoraba que con cada letra, yo mismo me iba recordando la búsqueda de una fuerza que me ayudase a encontrar mis respuestas. Y bueno, poco a poco han venido las lecciones y, de ellas, la fuerza.
No soy quien para hablar de humildad o sencillez cuando he hecho uso de mis sentimientos en tal limite que un día ya no supe cual era mi historia. No soy perfecto, hice juicios, conjuré fantasmas y perseguí recuerdos. El "escritor" creyó tantos cuentos, que termino por no saber cual era el suyo y el Diario no sabe mentir, cuenta, a través de cada momento, la historia de esta búsqueda, la historia de un ser particular buscando brillar en el medio de su propia noche.
Lentamente me he ido dejando "señales" en el camino, señales que han sido útiles a muchos otros que las han visto. Un día, explique en metáforas la importancia de los silencios, la importancia de la tarde, la importancia de transformarse...
Pues me he encontrado aquello de lo que me has oido hablar...
Pero no percibí algo...
Al ver rivales en los molinos de viento, juzgue la historia del mundo como "sólo mía" y coloqué ilusiones y espejismos frente a mí. Escribí egoísta de otros, creyéndome capaz de derrotar al mundo por mí mismo. Escribí con todos los delirios y las ansias que da el amor, con sus pétalos, con su ausencia, dejé que se desbordase mi corazón. Pero cada persona tiene sus glorias y sus propios cuentos para contar, mientras yo me he juzgado sabio y soy apenas un pedazo de toda la historia que se puede compilar. Hoy me doy cuenta de que he escrito demasiado sólo de mí.
Sin saberlo, la arrogancia provocó en mí poca importancia a las visitas o los comentarios, defendiendo así mi ser... escribía para mí, codiciando poder lucir ante los otros... tratando de infundirme fe, de derrotar con palabras a quien me derroto con sus hechos, tratando de soñar con tantas ganas que pensé que las palabras lo harían cierto. Traté de que este fuera el santuario de mi fe y sólo logré hacer arrogancia de aquello que pensé saber. Olvide, olvide que debía conocerme a mí mismo, olvide que yo no podría descifrarlo todo sin la presencia de los demás...
Entonces, el propio diario me rescató. Yo quería conocerme, necesitaba conocerme. Yo quería saber quien era... No quería olvidarlo, no quería verme cometiendo siempre los mismos errores. Por eso empecé a escribir lo que pensaba, porque tenía sed de que otros lo oyeran, tenía ganas de que supieras quien era, que siempre pienso y que nunca olvido. Quería que me vieras y me terminé viendo a mí mismo y me doy cuenta de que soy el resultado de estos pasos en el mundo, de los mil encuentros y las mil partidas, de las veces que reí y aquellas en que perdí, de los recuerdos que guardé y de la experiencia que encontré.
Al mirar atrás, egoísta o no, miro con ternura al niño que era y el niño que hoy sigo siendo. Veo su necesidad, veo sus ganas de creer y de crecer, sus ganas de gritar y los momentos en que nace y crece su fe. Me volví, al escribir tanto de mí, responsable de creerme mi camino y poco a poco he ido entendiendo que lo que he soñado ha sido lo que la vida me ha estado enseñando a comprender. Así, el equipo que no tenía hoy lo estoy descubriendo y camino entre la gente siendo uno con todos, con mi energía propia, mi mente y mis sentimientos.
Necesitaba atención, por eso fui arrogante... pensé que sólo importaba yo, lo que yo pensaba, lo que yo amaba, lo que yo creía... Olvidé que era yo quien un día decidió escribir para no olvidar, escribir para recordar, escribir con el corazón, escribir para aprender de si mismo... por eso sé que esto ha funcionado, han sido esos mil momentos, esos mil instantes entre mis aciertos y mis errores, han sido ellos quienes me han enseñado esta fuerza que ahora me hace vivir y recordar para mí y aprender nuevamente a saber hablar, para que las siguientes miles de millones de expresiones que partan de aquí, signifiquen algo tan grande y tan concreto que signifiquen algo, para ti y para mí.
Mil millones de gracias para cada uno de ustedes, cuya luz y sombra, me ha enseñado sobre mi propia vida. Gracias por tenerme presente en su corazón!
Luis Astro )|( Jr