01 marzo 2007

Hitori Janai


Me encuentro en una tierra donde tengo de paisaje una gran montaña. En esta, mi tierra, los vientos corren con prisa y marzo es mes ideal para volar un papalote. Mi tierra es de climas intensos, de lluvias que no perdonan, de nubes inolvidables... esta es mi tierra.


En mi tercer santuario, conocido como "El punto donde nacen las montañas" me he refugiado cuando necesito espacio, cuando necesito dejar que el corazón olvide, que recupere la fuerza suficiente para enfrentar el día que viene.


Los golpes y embates van cansando y de repente llegan situaciones que lo hacen a uno perder el control y nadie puede huir de sus pensamientos ni sus batallas, pero si podemos buscar una tregua, un espacio para recuperar el aliento, para encontrar una manera de encarar nuestra propia vida, recodarnos quienes somos.


Al punto donde nacen las montañas quiero llevarte.


Para que veas por ti mismo. Quiero que entiendas que vale la pena vivir un día mas (y luego otro) y quiero que sea la montaña quien te enseñe. Las montañas han pasado por todos los embates y siguen de pie, resistiendo un día más; en el punto donde nacen existe una magia intensa, un poder indescifrable que te hace sentir pequeño, diminuto. Y aún con lo pequeños que seamos, la belleza de la montaña es mostrada y permite ser contemplada, las flores silvestres crecer por doquier y la vida es la prueba de que ante la adversidad es posible seguir creyendo.


Donde nacen las montañas es un lugar que prueba que nadie esta solo. En mi santuario he buscado soledad y he encontrado compañía, la compañía de ese algo inmenso que te abraza y te consuela y que termina mostrándote que lo que mas necesitas es a ti mismo.


Cuando he estado acompañado ha significado compartir, compartir el silencio y el paisaje, compartir una belleza que descrita es muy poca y que de frente es tan basta.


Y estando ahí, solo, intentando encontrarme, he pensado:


¿Dónde es que uno se extravía?


Dicen que quizá en el andén de una estación, ó sentado en la sala de la casa, puede que comiendo un almuerzo a medio día en el trabajo o hasta viajando simplemente en el camión, quizá simple y sencillamente cualquier lugar pueda ser el detonante de que uno se extravíe, de que uno se quede sin uno mismo, simple y sencillamente uno se abandona, uno se aleja y crea distancia de si mismo -y por ende, de todo-.


Lo grave es permanecer extravíado, dejando que el mundo se desmorone, que los edificios caigan, que los perros mueran, dejando que los detalles dejen de significar un "algo" para convertirse en "nada", dejando perder el tiempo, el sueño, la esperanza. Quedar dormido en un letargo triste y doloroso.


Porque poco a poco, las palabras se van tornando en realidad y los edificios (como la confianza) caen y los cachorros -como cualquier buen sentimiento- mueren. Poco a poco uno va creando la muralla que necesita para aislarse, para dar sustento a que la infelicidad tiene una razón, a que las cosas no marchan bien, a que uno no debería pasar por todo esto.


Pero la montaña nunca cuestiono su lugar ni su poder, ella permanece, contemplando el horizonte. Ha cambiado, como todo se transforma y aún así es sabedora de sí misma, de su origen y su razón de se y estar.


Por eso, donde nacen las montañas es un punto que guarda energía, porque cuando necesites saber quien eres de nuevo, entonces la montaña te lo mostrará.


Nadie, ni la montaña, esta solo, nadie tiene que pasar por el dolor sin un hombro más, sin una mano más. Y porque no somos nadie, somos alguien, y porque no estas tú solo enfrentando este camino es que no te dejaré caer, no sin decir nada.


Las montañas tienen la fuerza que necesitan en si mismas, para resistir el calor de los azotes hasta que el mundo acabe, las montañas y nosotros mismos, tenemos dentro lo que necesitamos para sanar, lo que necesitamos para creer, lo que necesitamos para recuperarnos.


Ante la adversidad, uno no puede quedarse quieto por mucho tiempo. No siempre estamos preparados para las cosas que vendrán y es normal que uno se sienta abatido, derrotado. Pero uno no es lo que diga un momento de derrota, uno es un acumulado de energía que es y ha sido capaz de encarar la adversidad.


Somos ese punto cúspide de una larga carrera por sobrevivir, por creer, por soñar, por crecer. Somos la punta de un mundo que heredaremos mañana a los niños que vendrán.


Y aquí, hay alguien que te necesita, que te está esperando.


Porque no estamos solos, porque me tienes a mí que estoy a tu lado, porque tienes a un mundo que no dejará de girar y de ponerte a prueba y tienes en ti la única posibilidad de hacer tu sueño realidad, pese a la adversidad.


Porque todo lo que siempre has buscado, en ti lo podrás encontrar.


Donde nacen las montañas, allá te quiero llevar, para que sepas que Te Amo, para que sepas que nunca de ti me puedo olvidar.


No sé si sirva de algo, pero tengo que insistir: hitori Janai


Con cariño: El tonto de siempre.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Hitori Janai