07 octubre 2007

Años 30


La ciudad se vislumbró a lo lejos. Mi llegada era acogida por una multitud de ensordecedores ruidos que destazaban mi conciencia sin poder tocar a mi alma. Sacudido seguí mis pasos hacia el túnel de las aventuras sin que una sola partícula de polvo nublara mi determinación, que cabe decir, es guiada por un sueño que remonta a muy atrás.



Me dirigí a través de las venas abiertas de la ciudad, corriendo en la naranja sangre de una urbe tan vieja como mi alma, donde vidas y vidas han construído cada piedra y cada sueño, busco encontrar el corazón de ese sueño que he tenido, de la visión que me ha invocado, busco la cerradura de donde proviene mucho del pasado de cualquier ciudad -estoy seguro de que brilla-.



Mi meta es un viaje a través del tiempo y de su espacio, guiado por esta idea maniática de que puedo trascender al tiempo con una fusión entre mis ojos, mis oídos y la imaginación volátil. Es así como llegó a Hidalgo, estación urbana que es uno de los hitos básicos de esta urbe, una vena que cortada impediría definir a un ser gigantesco que tiene vida, una vida que sin sus hitos y sus ritos no habría trascendido a ser concepto, a ser tan distinto de lo que llamamos "Campo".



Si alguien busca un rincón donde el pasado y el futuro se han enlazado, es está la estación donde todo se vive en presente. Aquí es verano siempre porque aquí el calor vive en su apogeo, es la adolescencia eterna de una urbe, el comienzo de la ruta donde un amante ciego siempre comienza su suspiro.



Basta salir y mirar, buscar entre los edificios un pasado que se cree perdido pero cuyos ladrillos se empeñan en mantener de pie, intocable, inconfundible. Fusionan todas las vivencias de vidas y vidas que han pasado tocando sus superficies y las reunen una y otra vez. Es aquí donde se llega al corazón de la ciudad.



Un emblema me recibe al caminar apenas unas cuadras... es justamente ésta la pieza que he venido a buscar. Es un edificio, cuya superficie me transporta a cuentos e historietas donde uno y mil superhéroes fueron creados erigiéndose como los glóbulos rojos de una gran ciudad. Es aquí donde soy transportado a años donde los sombreros, el progreso y toda la "modernidad" nacieron, junto con todos esos sueños y objetos que crecieron hasta llegar a ser lo que tenemos en la actualidad.



La Torre de la Lotería Nacional guarda ese tesoro, estoy seguro... estoy frente a ella.



Su posición en sí misma revela un punto crítico, a perspectiva de 3/4 dejando a todo lo demás en líneas rectas que reverencian la perspectiva ideal de una ciudad. El Moro me saluda con sus flamantes y perfectos rectángulos, íconos de una época donde el mundo saludaba al futuro.



Pretendíamos tocar el cielo entonces, escalar a escalones inmensamente altos. El Moro lo deja claro: para escalar al cielo y conocer el futuro el hombre debió aprender a volar, su mente dejo de sólo flotar para planear y aterrizar materializando todo aquello que hoy día podemos encontrar.



Las grandes mentes descubrían cada 3 segundos el misterio más ínfimo de una partícula, el significado de que cada pieza es importante y básica en un entorno entero. La arquitectura pretendía mostrar que se podía soñar y alcanzar, que se podía creer y materializar. Pero el poder es corrosivo, obsesiona a la mente, nubla la vista -no adaptada hasta entonces al control de ese poder- y nacen los villanos de los héroes, nacen virus en guasones y calvos que deben ser enfrentados con la pieza clave maestra de la época: una Magnum.



Una Magnum es más que un arma, es sólo un ícono que simboliza la fuerza descomunal. Si ella es vista a través de su forma idealizada es entonces cuando nace Batman y el gran fuertote Superman.



Deseábamos poder, queriamos alcanzar al cielo, dominar al mundo. Sentarnos en la última oficina, a la punta del rascacielos, frente al gran ventanal en esa silla enorme que gira a placer... viendo y oscultando a la ciudad.



Sueños...



De los sueños de alcanzar al cielo creamos la leyenda de la gran ciudad, el cuento urbano de los buenos y los malos, la historia del villano y de sus héroes. La ciudad cobró importancia, la gente empezó a alimentar sus venas corriendo a toda velocidad hacia ella, se hicieron grandes, majestuosas y crearon al Coloso que habitamos y que nos da identidad.



Dejamos atrás los castillos románticos y la vieja historia del feudo, quisimos vivir todos juntos y juntos tocar al cielo. Los edificios dieron razón de ser a la urbe, le crearon dimensiones y cobró vida.



Frente al Moro viajo a un remoto pasado donde fuimos apenas un suspiro. Veo al Abuelo de mi Abuelo caminando y sé como son sus zapatos, su traje, su sombrero. Tengo puestos los audífonos que encuadrán perfecto con cada auto que circula, con cada luz que prende apaga y cada rostro que se aproxima y crea distancia. Suena un Jazz, lleno del absoluto poder sónico de la ciudad. Suenan y retumba en mis oídos, diciéndome que estoy frente al pasado y el futuro de esta humanidad. Trompetas y percusiones me acompañan diciéndome cual fue la razón de los ancestros de soñar, de soñar tocar al cielo y encontrarnos un nuevo lugar.



De esta ruta nacimos, veniamos corriendo tras crear las autopistas. Creamos la estación de gasolina, creamos los aviones y llenamos cada casa de electricidad. Veníamos corriendo por el campo, queriendo ver nacer a la gran ciudad.



Nació con colosos rectángulares, símbolos de nuestros dedos que apuntan hacia el cielo, queriendo habitar entre las estrellas, convertirnos en cometas que pudieran viajar más allá del universo.



De aquí el amor al símbolo de la urbe, el amor al sonido que le da himno, el amor a cada puño y rostro que quedó grabado mirando hacia arriba, buscando al cielo en escalones gigantes de corte rectángular.



Que deseo tan inmenso de haber estado en ese tiempo en ese mismo lugar...

No hay comentarios.: