02 junio 2006

Alexander


Ella se habia confiado demasiado, había creído ciegamente que todo saldría bien, pero, evito ver la realidad, la realidad de las traiciones que estaban detrás y que se encargarían de derribarle y hasta de quitarle sus poderes para ser utilizados a favor de otros intereses.

Nunca ha sido malo el confiar en las personas, pero, muchas veces tenemos que reaccionar a tiempo para darnos cuenta de que ellas no siempre toman la decisión mas adecuada y que muchas veces en su afán de conseguir sus cosas pueden terminar no sólo dañando sino destruyendo aquello que nosotros tanto amamos y tanto nos esforzamos en defender.

A ella le quitaron sus poderes, le fueron engañando para hacerle creer que podía confiar en esa gente que nunca le dio la espalda hasta que llego un punto en el que su propio poder fue usado contra su gente y mediante esa fuerza tan grande lograron atacar su propio mundo hasta causar heridas que tomaría mucho tiempo sanar.

Y para bien o para mal esto también es crecer. El caer y el errar, el padecer y el gritar. De todo esto ella se vio en la necesidad de tener que cambiar, de todo esto ella empezó un nuevo momento de aquello que llamamos madurar y en el proceso fue acompañada de personas nuevas que le entregaron su cariño y que desinteresadamente le demostraron que era posible confiar siempre, que uno siempre necesita de un apoyo para lograr avanzar.

A veces es bueno dejar de luchar y confiar en alguien.

Ella encontró lo que estaba destinada a encontrar y siguió luchando para defender no sólo el sueño de su propio hogar sino el destino de todas las manos que rodean la fuerza de su mundo. En el proceso aprendió cosas nuevas, conoció aliados nuevos y en su interior pudo ver que hay fuerzas muchos más poderosas que aquellas que intentaron ser usadas contra lo demás.

En el momento crítico ella vio su mundo caer a pedazos, entonces ella deseó llorar y gritar con todo su corazón, decepcionada de sí misma, pero hacerlo no servía de nada, su propio poder era usado por aquellos en quien una vez confío con el único fin de destrozar su propio hogar. Ella busco en su corazón, ella llamó desesperadamente a quien pudiera ayudarle y los corazónes se comunican, los corazones no te abandonan, brindan una parte de sí mismos para alcanzarte, para protegerte y darte un poco de sí mismos para que tu no ceses de luchar y de creer.

Entonces ella conoció a su protector y hablo con él.

Alexander, el gran protector de las leyendas, fue convocado para auxiliar una vez más al mundo que honró su nombre y que fundó en él un mundo prospero y equilibrado. Una vez más, el protector de Alexandría era convocado por las únicas fuerzas que podían hacerlo para protegerlas del malintencionado ataque, para protegerlas de esa fuerza insistente y sin tregua.

Aparece entonces Alexander, el protector de poderes sagrados, el protector de la magia blanca que extiende las alas de su poder para resguardarla debajo de ellas, para resguardar el tesoro de este mundo en favor de un mañana que ha de llegar y que buscamos que sea el mañana que permita comenzar una vez más a sembrar esa paz y esa tranquilidad que hoy no podemos encontrar.

Alexander, imponente y poderoso, callado pero atento, la defiende entonces del embate del rey de los dragones. Es paciente y leal y sin importar el que no cesen los ataques él no decaé, él se mantiene erguido en la defensa de aquellos a quien juro proteger.

Y en el momento preciso, Alexander abre sus alas y con un sólo aleteo logra destrozar al ofensor que se empeña en atacar a quien una vez protegió. El fuerte y leal Alexander ha ganado, pero él, sin mayor afán permanece en silencio, como lo hacen los grandes guerreros que trascienden a la historia.

Cuantas veces te hemos de llamar fuerza sagrada, para protegernos de los embates de un mundo cruel y duro, cuantas veces nos has estado cuidando, cuidando nuestra espalda del ataque de quien una vez nos dijo amar.

No por nada, tu poder es sagrado.

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