Caminé, sin luces, decepcionado,
En silencio, de ahí mi silencio, decidí olvidar,
Me senté y vi mi campo desierto, al final de una guerra,
Dormí sobre él, tan cansado, sólo con las ganas de volver a empezar.
“No quiero despertar! No quiero despertar!” parecía,
“¿Dónde quedaste tú?” me preguntaba,
Tiempo para pensar, tiempo para renacer,
Me tome mi tiempo… hasta empezar a creer…
De repente, soñaba tranquilo,
Y una semilla escapó de mis sueños,
Un suspiro chiquito, se clavó a la tierra,
Un suspiro que tiene nombre, tu aroma, tu faz.
No te di forma,
No concebí conceptos,
No dije nada…
Ya no soy un niño…
Dormía, dormía… dejé de extrañar,
Dejé de sentir tantas cosas, y flotó mi corazón,
Cambio su dirección al viento y ocupó su posición,
Entero, ahora entero… pude despertar.
Abrí los ojos, todo era verde,
Donde hubo ciudades,
Donde hubo guerra,
Hoy sólo hay presente…
Un terreno vivo para construir,
Para no empeñar mis sueños y en su lugar plantar semillas,
Haré nuestra casa a la orilla del mar,
En el único sitio donde él somos los dos.
¿Sabes qué me gusta de ti?
Que hiciste verde mi mundo,
Verde mi cielo,
Verdes mis sueños…
¿Sabes qué me gusta de ti?
Que sin tenerte, algo tengo,
Que si sonríes yo lo siento,
Que cuando veo tus ojos, veo tu corazón…
Mientras las flores crecieron, mientras el pasto nació,
Muchos creyeron que mi mundo desapareció,
Dicen que fuiste tú, sin yo saberlo, quien cayó de mi bolsillo,
Se sembró entre la tierra y todo verde volvió…
Verte nacer devolvió la esperanza,
Trajo luz de día, viento fresco,
Ya nada huele a encerrado, ni se pudre,
Los pensamientos flotan, como manzanas en el agua…
Me gusta que existas,
Sin mi control, sin mis límites,
Estoy… No, no diré nada…
Ya no soy un niño.
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